La comida es el combustible que mantiene a nuestro cuerpo lleno de energía y vitalidad. Cuando sentimos hambre nuestro cuerpo nos está avisando que ya es hora de reponer esas energías con alimentos ricos en nutrientes.
Pero ¿que pasa cuando no escuchamos las señales naturales que nos da nuestro cuerpo e ignoramos el hambre como sucede en muchas dietas de adelgazamiento?
El cuerpo se encarga de seguir enviando señales de alarma con un dolor de cabeza o de estómago, con mareos y malestares. Y no recupera su equilibrio hasta que no recibe los alimentos necesarios.
Amigas, dejemos de contar calorías y medir gramos, y pongamos nuestra atención en escuchar las necesidades naturales de nuestro cuerpo.
- El primer paso es detectar el hambre a tiempo antes de que se vuelva voraz. Antes de comer asegúrate de que realmente tienes hambre y que no estás comiendo por estrés, soledad ni aburrimiento.
- El segundo paso es reconocer cuando se sacia tu hambre. Cuando empieces a sentirte llena entonces habrás alcanzado tu punto de saciedad. Debes sentirte satisfecha, no llena de una manera que te haga sentir incómoda. Al cuerpo le toma alrededor de 20 minutos registrar la saciedad. Por eso, es esencial que comas pausadamente disfrutando los sabores y texturas de la comida en cada bocado.
- Y el tercer paso es comer con moderación y siguiendo una dieta equilibrada. Come alimentos de todos los grupos en cantidades moderadas. Si comes cuando tienes realmente hambre y dejas de comer cuando te sientes satisfecha, es más probable que puedas mantener un peso saludable y que evites caer en un trastorno alimenticio.
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