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     El secreto de la felicidad se encuentra CuerpoAdentro, en ese espacio donde el cuerpo y el alma están en armonía total. En este blog quiero compartir contigo principios que ayudan a despertar a ese ser mágico que late dentro de tu corazón, para que puedas vivir en plenitud. Hablaremos sobre cómo amar nuestro cuerpo, cómo alimentarnos física y emocionalmente, y cómo superar los obstáculos que no nos permiten vivir en paz con nosotras mismas. El Blog CuerpoAdentro está aquí para apoyarte en tu crecimiento personal y para inspirarte a que expreses tu grandeza en el mundo.

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    Corazón Tierra

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5 regalos de Navidad que no cuestan dinero

Regalos de Navidad que salen del alma

Hay regalos inolvidables que siempre perduran en nuestra memoria. A menudo esos regalos son vivencias que no se pueden comprar con dinero. Son regalos que salen del alma, experiencias que nutren la esencia de la persona amada.  Esta Navidad pongamos esos regalos trascendentales en nuestra lista empezando con los siguientes cinco:

Presencia
Los momentos que se comparten con los seres amados en completa presencia, sin interrupciones, estrés ni prisa, son regalos que no tienen sustitución.  Incluye este regalo en tu lista sacando tiempo para compartir tu presencia. No te compliques organizando fiestas o actividades que te agobien o te tomen demasiado tiempo. Lo primordial es que tú estés lo suficientemente relajada para que puedas disfrutar el momento presente con tus seres amados. En vez de enfocarte en preparar una fiesta “perfecta”, sal a caminar por el parque o por tu vecindario con tu pareja, con tus hijos y/o con tus padres. Disfruta con ellos del ambiente festivo, los olores y la música,  escúchalos, ríe con ellos, abrázalos.

Calma
A final del año todos necesitamos calmarnos, descansar y llenarnos de energía antes de comenzar el próximo año. Regálales calma a tus seres queridos creando un ambiente tranquilo con velas y aromas. Invítalos a tu casa a tomar un té, un café o una copa de vino y conversen acerca de los momentos más felices que han vivido durante ese año. Ofréceles un masaje en las manos o en la espalda o prepárales un baño aromático.

Motivación
Nombra la grandeza y las cualidades extraordinarias de tus seres queridos, Siéntate cerca de ellos, tómales las manos, míralos directamente a los ojos y diles por qué son personas extraordinarias.  Celebra la esencia de cada uno de ellos nombrando  cómo  ellos enriquecen tu vida y el mundo con su presencia. A los seres queridos que se encuentran lejos puedes enviarles tus palabras escritas en una tarjeta. Tus palabras, ya sean habladas o escritas,  siempre perdurarán en la memoria de ellos como un bálsamo de motivación.

Alegría
La alegría es esencial en todas las celebraciones. Respira profundamente y date permiso para sentir tu alegría innata. Date permiso para mirar la vida desde un lugar mágico. Contágiate con el espíritu navideño y comparte esa alegría con tus seres queridos. Pon música alegre y sácalos a bailar en tu propia sala. Exprésales tu cariño y entusiasmo.

Inspiración
Dales el regalo de la inspiración. Recítales un poema o cántales una canción que los haga sentir amados y apreciados. Sácale provecho a la Internet y envíales enlaces a audios, imágenes, vídeos o páginas que les den la inspiración que ellos necesitan en ese momento de su vida. Llévalos de paseo a disfrutar de un atardecer o de un cielo nocturno lleno de luminosas estrellas.

 ¡Que el espíritu navideño te colme de alegría a ti y a tus seres amados!

Notas relevantes

La ventaja de hacer tus compras navideñas ahora
Tu voz en tu vida
Ahorra dolores de cabeza, y muchos dólares, comprando los regalos de Navidad con semanas de anticipación,

Ahorra en tu viaje durante las fiestas
Tu voz en tu vida
La planificación puede ser lo que te ahorrará dinero.

Corazon Tierra, experta latinaAcerca de la autora del blog
Corazón Tierra “DanzaDiosas” es autora, editora, poeta, bailarina, experta en autoestima corporal y autora del blog CuerpoAdentro. Es una de las pocas mujeres en el planeta que se ha sanado de la anorexia y que de esa experiencia ha desarrollado un sistema que ayuda a sanar la autoestima corporal. Su misión es ayudar a la gente a que se ame sin condiciones y a que vivan felices en sus cuerpos. Cumple con esta misión mediante sus publicaciones virtuales, su blog, libros, columnas, presentaciones de danza-teatro, talleres, charlas y mediante la campaña de autoestima corporal No te hagas pequeña. Lee más sobre su labor aquí

El verano y sus alegrías

Relajacion de verano

Esa primera mañana los rayos del sol, que se colaban por las persianas de mi habitación, parecían estar más alegres. Me levantaba llena de vigor. Era el comienzo de las vacaciones de verano. En mi mente ya no quedaban preocupaciones por sacar buenas notas en mis clases ni por aprenderme la última lección de matemática. Mi única meta en el día era ir a gozar de la maravillosa playa. Conocía lo que era vivir en relajación total.

Me crié en una playa silvestre al sureste de Puerto Rico, en el Barrio Bajos de Patillas, en un verde pueblo conocido como La Esmeralda del Sur. Allí, donde el tiempo se volvia infinito, pasé casi todos los veranos de mi infancia. Me sumergía en las calmadas aguas de mi playa y ante mi vista, se abría un horizonte de tonos azules, turquesas y verdes. Desde las olas, me deleitaba con el paisaje de las montañas mientras la canción del mar me envolvía en su magia. Después de pasar horas en el agua, salía corriendo a buscar una merienda y mis huellas se quedaban grabadas en la arena.

Hoy, entre rascacielos, autobuses y trenes, busco los rayos del sol que tanto alumbraron los veranos de mi infancia. De vez en cuando, un rayito se cuela en mi memoria y recuerdo a esa niña vestida de rosa que sabía disfrutar del presente. Entonces, respiro profundamente, suelto las preocupaciones del momento y el estrés de la vida urbana, y recibo la alegría del verano.

Disfruta de más vivencias CuerpoAdentro

Quítale la “p” a la prisa y ríete
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Carta a una amiga con mal de amor
Cómo cruzar el dolor que causa una desilusión amorosa.
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Acerca de la autora
Corazón Tierra “DanzaDiosas” es autora, editora, poeta, bailarina, experta en autoestima corporal y autora del blog CuerpoAdentro. Es una de las pocas mujeres en el planeta que se ha sanado de la anorexia y que de esa experiencia ha desarrollado un sistema que ayuda a sanar la autoestima corporal. Su misión es ayudar a la gente a que se ame sin condiciones y a que vivan felices en sus cuerpos. Cumple con esta misión mediante sus publicaciones virtuales, libros, columnas, presentaciones de danza-teatro, talleres, charlas y mediante la campaña de autoestima corporal No te hagas pequeña. Lee más sobre su labor aquí.

El regalo de la presencia

El mejor regalo de Navidad es la presencia.

¡Ya tengo mi lista de regalos de Navidad! Antes de hacer la lista, me di cuenta que mi deseo más profundo era dar regalos inolvidables, regalos que perduren en la memoria de mis seres amados.  Reflexioné sobre todos los regalos de Navidad que he recibido en mi vida. De mi memoria salieron cientos de vivencias, momentos en los que las personas que me quieren compartieron su presencia conmigo.

Recordé las noches de la época navideña que pasé con mi madre mirando las estrellas en espera de los Reyes Magos. Recordé los aguinaldos (género musical puertorriqueño) que escuchaba con mi padre y los olores a canela y anís. Recordé la risa traviesa de mis tres hermanos.

Los mejores regalos que me han dado las personas que me aman han sido momentos de presencia. Y este año es mi presencia el regalo que les quiero dar a ellos.

1) Quiero escribirle una carta a mi sobrino Daniel contándole historias sobre mi familia. Daniel es mi único sobrino. Tiene 12 años de edad y desafortunadamente no he tenido la bendición de verlo crecer cerca de mí.  Es un niño extraordinario y esta Navidad quiero darle mi presencia mediante mis cálidas palabras.

2)  Quiero abrazar a mis hermanos Andy y Lenin, y dejarles saber cuánto los quiero. ¡Voy a pasar Navidad con ellos!

3) Quiero enviarle un abrazo a mi hermano Ito en una carta que le dé fuerza e inspiración.

4) Quiero salir a caminar por las montañas con mi hermano Lenin.

5)  Quiero mirar las estrellas con mi madre.

6)  Quiero escuchar música con mi padre.

7)  Quiero compartir con mi amiga y maestra espiritual, María, y celebrar con ella todos los logros que ambas hemos alcanzado este año, tomando vino tinto y comiendo delicias.

8)  Quiero dejarles saber a mis amigos por qué son importantes en mi vida.

9)  Quiero regalarles a mis amigos una noche de poesía junto a la luna.

Al leer esta lista me lleno de regocijo y el espíritu navideño se apodera de mí. Entonces me doy cuenta que verdaderamente no existe tanta diferencia entre dar y recibir, que ambos actos forman parte del mismo baile, Todos estos regalos que quiero dar, estos momentos de presencia, son regalos para mi alma que siempre quedarán grabados en la memoria de mis células.

Mi cuerpo, un campo de batalla

Libro Casi desaparecida: Retorno al territorio de mi cuerpo

Mis brazos siempre intentaban expresar algo que se cobijaba en mi alma, pero no podía entregarme a su impulso. Ese algo se enmudecía, tropezaba y se paralizaba dentro de la armadura en la que me encontraba cautiva.

Desde allí sólo podía escuchar un lejano lamento, una nostalgia, un deseo de expresar mi armonía. Pero el terror era más potente que mi deseo, corría desde mis pies hasta mi corazón ahogando cualquier indicio de gracia. ¡Que mi belleza no se atreviera a ocupar espacio en el mundo!

«De nada me sirve», decía una autoritaria voz en mi mente. «Tengo que ser fuerte».

En mi cuerpo apenas se asomaban las curvas. No existía sustancia entre mis huesos y mi piel. Atrapada en la anorexia, vivía para borrarme del mundo. Mi mente le había declarado la guerra a mi cuerpo y me estaba dejando achatada, casi sin dimensiones.

Esa guerra era dirigida por un aspecto mío que desesperadamente buscaba mi poder, una entidad cuya estrategia para afirmar mi identidad consistía en controlar las cualidades que me hacían vulnerable en el campo de batalla.

«Si te dejas dominar por tus miedos, serás devorada por las fieras del mundo», me advertía mientras apretujaba todos mis miedos en un rincón de mi estómago.

«Si quieres ser una mujer exitosa e independiente, tienes que mostrar tu fuerza. No te atrevas a derramar ni una lágrima», ordenaba anudando cada una de mis lágrimas.

«Si quieres ser poderosa, olvídate de las tonterías femeninas. No te pongas vestidos color de rosa con encajes. No te atrevas a expresar cariño ni dulzura», gritaba borrando los trazos femeninos de mi existencia: la gracia, la voz tierna, la intuición.

Yo no lo sabía.

No sabía que volar era el destino de mi corazón, que mi cuerpo estaba hecho con el fuego de  la tierra. Envuelta en una nube gris salí al mundo.

Corazón Tierra © 2002

Este es un fragmento de mi novela Casi desaparecida: Retorno al territorio de mi cuerpo, un viaje por las heridas emocionales de la anorexia, una mirada profunda a las vivencias del cuerpo y del alma que me ayudaron a amar mi cuerpo.

Memorias de la anorexia

Libro Casi desaparecida: Retorno al territorio de mi cuerpo

Libro Casi desaparecida: Retorno al territorio de mi cuerpo

Sostenida por mi inquebrantable fuerza de voluntad, me mantenía aferrada a mi habitual pose: los hombros encorvados con los brazos tiesos, las rodillas a punto de quebrarse por la tensión y los pies arraigados al suelo como si fueran pezuñas de hierro. Aunque me encontraba envuelta en la más exquisita seda, mi cuerpo no se dejaba seducir ni por un instante. Ya llevaba muchos años viviendo en esa postura. Nada ni nadie me sacaría de ella, ni siquiera las brillantes medallas que relucían en mi pecho.

Todo el mundo a mi alrededor celebraba mis logros. Me acababa de graduar de la escuela secundaria con una multitud de premios. Me felicitaban y me elogiaban, pero yo me mantenía distante, casi a la defensiva. En mi rostro no se asomaba ni una leve expresión de alegría. Sabía que estas victorias eran sólo el comienzo, que todavía tendría que pelear muchísimas batallas antes de alcanzar el éxito absoluto.

Quizás por fuera, ante los ojos que no se atreven a traspasar las apariencias, yo parecía una chica afortunada, tal vez demasiado delgada y exageradamente perfeccionista, pero afortunada. Una joven inteligente y disciplinada que había sabido aprovechar las oportunidades que sólo se presentan una vez en la vida y que no había perdido el tiempo, ni con fiestas ni con chicos. Una mujer joven, aunque todavía parecía una niña, que tenía su vida por delante.

En mi mente yo también me consideraba una persona que sabía mantener su vida bajo control. Había logrado todo lo que me había propuesto hasta entonces. Había alcanzado algo que para muchas mujeres es tan sólo un efímero sueño: detener el salvaje crecimiento de las caderas y los senos, de los muslos y las piernas, borrar la exuberancia latente antes de que tomara posesión de mi cuerpo. A los 18 años pesaba la misma cantidad de libras que pesaba cuando tenía 12 años.

Para mí este logro no era menos importante que las medallas que colgaban de mi pecho. Los premios y las 85 libras formaban parte de la misma estrategia, tenían un fin común. Las personas a mi alrededor no lo sospechaban, no sabían que mi cuerpo y, no las matemáticas ni las ciencias ni las letras, era el campo que mejor dominaba.

Eso pensaba mi mente. Si hubiese sido capaz de sentir lo que se escondía dentro de aquella armadura, me habría dado cuenta de que el control era sólo una ilusión de poder. Años después, cuando me encontré al borde de un abismo, mi cuerpo me contó la historia que siempre había intentado contarme.

Esa es la historia que comparto en mi novela Casi desaparecida: Retorno al territorio de mi cuerpo, un viaje por las heridas emocionales de la anorexia, una mirada profunda a las vivencias del cuerpo y del alma que me ayudaron a amar mi cuerpo. De ese viaje profundo sale la medicina que comparto contigo en este blog.

Carta a una amiga con mal de amor

Cura para el mal de amor

He escuchado tu voz., el lamento de tu alma. Tus palabras me estremecen, sé de dónde salen, del dolor viejo, del dolor nuevo. Y desde la calma que he ganado después de mis duelos, pongo esta manta de entendimiento sobre tus hombros.

Estás en una noche oscura. No le tengas miedo. Hay momentos en los que tenemos que cruzar la oscuridad. La vida nos obliga a soltar lo que ya no le sirve a nuestro espíritu, lo que ya no se armoniza con la intención verdadera del alma.

Es tiempo de duelo, tiempo de dejar correr las lágrimas, de llorar la pérdida, de decirle adiós a la que fuimos antes de que nos arropara la pesada noche.

¿Y  por qué tenemos que pasar por estos duelos? La respuesta es misteriosa, ambigua, paradójica. Pero quizás la pregunta que nos libera no es “¿Por qué?” si no “¿Quién soy”.

¿Quién soy sin la casa, sin el salario, sin el marido, sin las amigas, sin los hijos, sin los padres? ¿Quién soy y qué pedazo de mi alma implora ser rescatado en esta noche oscura?

Estás en una noche oscura, amiga mía, y en esa oscuridad salen a merodear fantasmas y sombras, voces que te critican y te torturan con sus burlas. Sentirás deseos inmensos de correr hacia atrás. No caigas en estas trampas. Evita los errores que se cometen después de un rompimiento y enfócate en ti misma.

Respira profundo, mira las sombras con compasión y sigue viajando hacia adentro, hacia tu silencio interior. Toca el fondo de tu corazón. Toca tu verdad. Estás de duelo, amiga mía. No te juzgues cuando broten las lágrimas. Déjalas correr y abrázate como si tu misma fuera tu madre.

Llora, llora todos los días, si es necesario, Las lágrimas atrapadas envenenan la vida. Pero llora con fe, sabiendo que cada noche, por larga que sea, siempre tiene su final. Llora confiando en el poder de tus emociones.

Llora sin hacerte pequeña, dejando que las lágrimas disipen las nubes de tu tristeza. Llora, muda de piel y despierta a la mujer maravillosa que late dentro de ti.

A NY en busca de tierra (poema en prosa)

En busca de tierra para sanar la anorexia Llegué a esta ciudad con una maleta llena de ausencias, desterrada de mí misma, corriendo, corriendo, contando calorías, cortando comidas, midiendo las pulgadas perdidas, borrando mis curvas, haciéndome pequeña, pequeñita.

Mujeres descoloridas, aplanadas, editadas, enmarcadas en pantallas, en páginas de revistas, captadas por el ojo de la cámara, capturadas por el ojo de la vergüenza.

Capturadas en el hambre del primer mundo.

A las mujeres latinas no les da anorexia.

Decían…

A las mujeres latinas no les da anorexia porque los hombres latinos prefieren a las mujeres con curvas.

Decían a ciegas sin ver a Carmen ayunando porque no podía cambiar su nariz ni su boca ni sus rasgos afrolatinos, pero sí eliminar sus curvas.

Decían a ciegas sin ver a María ahogándose en el gimnasio, tratando de caber en el molde del éxito, porque tenía que ser más perfecta que las otras, las que no tenían un acento latino, las que no cargaban el sueño de una familia que se extendia por todo el continente latinoamericano.

Decían a ciegas sin ver, sin sentir el hambre del alma pegándose en las costillas como un parásito.

Llegué a este país con una maleta llena de ausencias desterrada de mí misma, con una maleta llena de ausencias y de sueños.

Buscando tierra, excarvando en mis adentros, arrancando la venda que me hacía ciega a mí misma, rompiendo las etiquetas pegadas a mi ADN, mudando lo que me hacía pequeña: el miedo, la vergüenza, la angustia, ahondando en mi alma, re-membrando mi origen de diosa, reclamando el territorio de mi cuerpo.

 

Corazón Tierra © 2008

Poema a la Guerrera Interior

Corazón Tierra en su pieza de danza-teatro "Nine Faces of Oya"

Corazón Tierra en su pieza de danza-teatro "Nine Faces of Oya"

Este poema nació hace mucho tiempo cuando empezaba a sanar las ataduras que me robaban mi presencia. Muy adentro, en el fondo de mi ser, en mi cuerpo, sentí a mi Guerrera Interior arrasando con todo lo que me comprimía mi estatura.

Mi Guerrera Interior me enseñó que el primer paso para reclamar mi poder era enfrentar la batalla que se desataba dentro de mí. Con su feroz intención, fuerza, y compasión, aprendí a reclamar mi poder. Espero que te inspires con este poema. ¡Despierta a tu Guerrera Interior! ¡Reclama tu espacio de poder en el mundo!

 

Germino guerrera

Busco mi instinto de guerrera

de mujer salvaje

de mujer que sabe bailar sobre las piedras.

Pero un túnel en mi pelvis se traga su aliento de tambores

y me deja plana de ritmos.

 

Un aullido de pantera resuena en mi armadura de lata.

Remueve tornillos con sus dientes.

Desata nudos con sus lágrimas.

Avisa la llegada de mi guerrera.

 

Guerrera, secuestrada por mi ombligo umbilical,

te veo en mitad de mi miedo paralizado.

Te sospecho en el palpitar de mi corazón blandito.

Sé que eres bailarina de vientos indomables.

Conces tu aquí y tu ahora.

Eres poder y placer al mismo tiempo.

 

Te busco con furia en mi baile de pasos torpes

o muerta de miedo en mi amorfo baile.

Te busco en mi exhalación,

en mi inhalación

en el centro de mi cuerpo.

 

Te siento,

terremoto que jiende las paredes viejas.

Te siento,

huracán que desculpe la extenuada topografía de mi cuerpo.

Te siento,

tormenta que arrasa con las aguas podridas de mi pelvis.

Te siento.

remolino que entra por mis pies y sale por mi cabeza

hecho presencia.

 

Corazón Tierra © 1996

Anorexia: Me sané de un trastorno alimenticio

Libro Casi desaparecida: Retorno al territorio de mi cuerpo

En esta novela cuento como me sané de la anorexia.

Cuando me miro al espejo veo a una mujer llena de curvas exuberantes, con  unas cuantas canas y una sonrisa amplia. Me veo y siento la alegría de la tierra, la fuerza del viento, la gracia de las aguas. Siento todo esto en mi cuerpo y en mi alma, en ese lugar donde cuerpo y alma son uno.

Hay silencio dentro de mí cuando me miro al espejo. Ya no me juzgo por mi apariencia ni la forma de mi cuerpo. Ya no siento necesidad de controlar la vida tratando de perder peso. Ya no rechazo la comida, ni el amor, ni el placer. Ahora cuando me miro al espejo me veo como la mujer poderosa y hermosa que soy.

¿Cómo llegué aquí? ¿Cómo llegué a este espacio de armonía interior? Hace muchos años vivía aterrada de mi cuerpo. Sentía que era un enemigo al que yo debía vencer reprimiendo su crecimiento natural y expresión orgánica.

A los nueve años de edad contaba las calorías en cada bocado de arroz. Era delgada, y me sentía delgada, pero sentía un miedo atroz a ser gorda.

A los 13 años de edad comencé a vivir corriendo, tratando de controlar mi vida en todos sus aspectos. Comía lo mínimo, me pesaba todos los días, medía mi cintura varias veces al día, hacía ejercicios de una manera compulsiva. Y nunca, nunca mostraba mis emociones. No sabía llorar ni reír.

A los 18 años de edad había logrado muchas de mis metas. Ingresé a una buena universidad, conseguí becas, me mudé a una ciudad grande. Todavía pesaba la misma cantidad de libras que pesaba cuando tenía 12 años de edad. Sin embargo, cuando me miraba al espejo, me veía gorda (a pesar de que estaba en los huesos), y muy adentro, me sentía fea.

A los 22 años de edad me encontré en un abismo. Sólo tenía dos alternativas: seguir atrapada en la anorexia o lanzarme al abismo de mi mundo interior. Escogí la segunda alternativa. Viajé hacia dentro de mí misma para desatar todos los nudos que me robaban mi presencia.

Encontré personas sabias en ese camino, maestras que me enseñaron a despertar a mi ser auténtico, a amar mi cuerpo tal como es, a celebrar mi belleza.

A los 27 años de edad me vi hermosa y me sentí feliz en mi cuerpo. Empecé a compartir lo aprendido con otras mujeres del mundo, a bailar mi historia de sanación, a cantarla, a escribirla, a plasmarla en el libro que estoy escribiendo: Casi Desaparecida: Retorno al territorio de mi cuerpo.  Hoy, casi a los 40 años de edad, comparto lo aprendido contigo en este espacio, en No te hagas pequeña y en todos los espacios que habito en este maravilloso planeta.

¿Cómo te ha ido en ese viaje hacia ti misma?

Tengo el corazón abierto para escuchar tu historia.

 

–Corazón Tierra
www.notehagaspequena.com

Nota: Si quieres leer un extracto de Casi Desaparecida: Retorno al territorio de mi cuerpo, baja el folleto Bendice tu cuerpo. Puedes bajarlo gratis aquí.

 

Preocupaciones: Cómo me liberé de ellas

Calma tu mente en el mar

Desperté cansada de no descansar con el corazón galopando más allá de mi cuerpo. Los ojos se resistían a abrirse y mis piernas se negaban a abandonar la noche. Unos rayitos de luz se colaban por la persiana, juguetones, pero yo, terca en mi interpretación del mundo, ignoré la magia del momento y me obligué a comenzar la jornada del día.

“Hay que trabajar”, vociferó esa voz dentro de mí que se encarga de torturarme con sus órdenes. Mis pensamientos iban más rápido que las acciones que podía ejecutar mi cuerpo. Llamadas telefónicas, artículos que se tienen que terminar de escribir, ensayos que se tienen que hacer, cartas que se tienen que enviar, dinero que se tiene que conseguir, giras que se tienen que planificar. La lista que mi mente dictaba era interminable. Me sentía fatigada, atrapada en un trance vicioso de preocupaciones.

La invitación inesperada de una amiga a la playa me sacó del trance. Dudé por un instante. Acaso era responsable abandonar mis deberes para irme a la playa durante un par de horas. Sin embargo, esta duda se disolvió cuando escuché la necesidad de mi cuerpo. “Necesito soltar este peso”, me susurró.

Los azules del cielo y del mar me recibieron con ternura. Un espacio vasto se empezó a abrir en mi mente. La canción de las olas penetró en mi cabeza y la voz que siempre me tortura con sus órdenes hizo silencio. Unos rayitos de luz, juguetones, se posaron en mis hombros. Esta vez me quedé presente en el momento y con alegría acepté la invitación a ser.

Mi cuerpo se extendió sobre el agua y esa gran madre que es la mar me acunó en sus faldas. Su vaivén me llevaba y me traía, alejando mis preocupaciones, acercándome a mi alma. Los bloques de tensión que se encontraban atascados en mi espalda se empezaron a derretir hasta que ya no hubo barrera que me separara del agua. Entonces escuché su dulce voz cantándome una nana: “Niña mía, entrégame el peso del esfuerzo, no es necesario vivir corriendo, baila con la vida, ríe y juega con ella. Disfruta el regalo de ser una con el momento”.

Ahora cada vez que me atacan las preocupaciones recuerdo ese momento tan especial que me regaló la Madre Mar. Si no estoy cerca del mar, me siento y practico un ejercicio de CuerpoAdentro para vivir libre de preocupaciones. Lee sobre este ejercicio aquí.

–Corazón Tierra
www.notehagaspequena.com